Historia
El martes 24 de febrero de 2015, y alertados por un mensaje de texto donde se advertía anónimamente de una reunión organizada por una empresa minera en La Ciénaga, unos cien jachalleros nos trasladamos por curiosidad y preocupación hacia ese lugar.
La Ciénaga es un Área Protegida por ley. Su riqueza geológica, arqueológica y paleontológica la hace ser considerada como un sitio invaluable de características únicas.
Hasta allí llegamos en plena siesta para ver de que se trataba. Una de las cosas que nos llamó la atención fue el lugar donde estaba prevista la reunión, la casa donde funciona la oficina de Medio Ambiente. Lo otro, la poca cantidad de sillas prevista, evidentemente esperaban poca gente, tal vez sólo la decena de pobladores que hay en el lugar.
La preocupación que aquel mensaje generaba en los que fuimos pronto se justificó, luego de las corridas y el nerviosismo de los organizadores ante tanta concurrencia, la explicación comenzó.
Quienes hablaron fueron un par de técnicos de la empresa Latín Uranium y algunos empleados de Medio Ambiente, trataban de explicar que tenían permiso para iniciar obras de exploración y luego explotación de uranio en la zona.
Palabras más, palabras menos, les dijimos que no iban a hacer nada. Que vuelvan por donde vinieron, que no tenían licencia social, que se vayan. Palabras más, palabras menos, fuimos invitados a salir del predio porque comprometíamos a los empleados. Nos fuimos al camping a veinte metros y decidimos continuar la reunión en la plaza de Jáchal. Allí ya nos esperaban mas vecinos que se habían enterado, ya era de noche y coincidimos en que debíamos informar a todo el pueblo, la amenaza era grave. Nos declaramos en alerta y se convocó a una gran Asamblea para el viernes 27 en la plaza.
Primero unos pocos, luego un poco más, y más, hasta llenar la plaza.
Hablamos, informamos, marchamos, gritamos, exigimos, fuimos miles y miles diciendo claramente "URANIO NO- JÁCHAL NO SE TOCA"
Así nació ésta Asamblea, de la conciencia popular, de la exigencia del que levanta la voz por sus derechos.
Luego, la triste historia de los últimos años nos hizo ratificar nuestra existencia el 13 de septiembre de ese mismo 2015, cuando otro mensaje de texto nos confirmaba que nuestra peor pesadilla se había hecho realidad, Barrick había derramado cianuro en nuestro río.
Y acá estamos. Con la misma intención y reclamando que se respete nuestro derecho. Informando, creando conciencia, clamando justicia, señalando de frente a la brutal corporación.
Somos los mismos, un puñado de vecinos que le vimos la cara al monstruo y que invita a "quien quiera ver, que vea". La verdad está, sólo hay que abrir los ojos. Acá estamos.