Jáchal no se toca

Asamblea Jáchal no se toca

San Juan, como el Titanic

Para algunos funcionarios gobernar es aparentar, para otros es acumular poder, o malversar dineros públicos, o hacer negocios personales utilizando su cargo público, o manejar el sistema judicial, o acomodar a su parentela en la administración pública, o embolsar retornos de las obras públicas licitadas a favor de las empresas de amigos (que a veces también son socios), o recibir dádivas a cambio de hacer lobby por una actividad perjudicial para la sociedad en su conjunto (como la Megaminería).

Para otros funcionarios gobernar es hacer la vista gorda por ilegalidades de los funcionarios públicos o amigos empresarios, o apoderarse hasta de los organismos que tienen que defender los derechos de los ciudadanos, o dar palos a los ciudadanos que defienden sus derechos, o censurar temas y personas en los medios de comunicación apretandolos con la pauta oficial. Hay algunos que creen que gobernar es todo eso junto.

Mientras la Real Academia Española dice que “gobernar” es guiar y dirigir, si profundizamos el concepto, el sitio diccionarioactual dice que el término gubernare se lo asocia en el latín a la política por la analogía de que el Estado es como una nave que debe ser bien comandada.

Ahora bien, conocemos casos tristemente célebres de malos gobernantes. Como el caso del Titanic, aquél enorme barco de pasajeros que chocó, un día como hoy 14 de abril, con un iceberg y se hundió por un exceso de arrogancia y de prepotencia de su capitán. En aquella tragedia evitable, participaron 1.534 pasajeros divididos en primera, segunda y tercera clase, según el costo de sus respectivos boletos. Esa tragedia se hubiese evitado con un poco de sensatez del gobernante de ese barco transatlántico. Es decir, si su capitán hubiera sabido “gubernare” con la prudencia de un verdadero líder, hubiese preferido ir más despacio para poder maniobrar mejor en caso de aparecer un iceberg. Pero la soberbia lo segó y la realidad le demostró que el Titanic no era indestructible.

En aquella tragedia que no logró evitarse porque su capitán no supo “gubernare”, los más perjudicados fueron los pasajeros de tercera clase que no habían podido comprar un boleto más caro. De los pasajeros hombres fallecidos, el 58% estaban alojados en la tercera clase. De las mujeres fallecidas, el 84% había pagado un boleto de tercera clase. De los niños fallecidos, el 98% viajaba en tercera clase.

En un sistema capitalista como el de la sociedad que nos contiene, siempre los más perjudicados son las personas más indefensas. Y más aún cuando los gobernantes no persiguen el bien común, sino el bien personal de ellos, sin pensar en el futuro de los más indefensos.

Con el tema del agua en San Juan está pasando lo mismo. Lo siniestro es que con la sequía, los más afectados serán los niños de hoy que no tendrán agua para vivir dignamente en estas tierras en un futuro cercano. Pero a diferencia de lo que le ocurrió al capitán del Titanic, tengan la seguridad que el capitán de San Juan estará bien a salvo de este trágico final de la provincia.

En el año 2006, la Secretaría de Ambiente de la Nación le solicitó al IANIGLA un informe acerca del impacto del cambio climático en el régimen hídrico de los ríos cordilleranos. “Las predicciones para la década 2021-2030 indican una disminución de la precipitación de nieve en la Cordillera de los Andes cercana a 100 mm de agua equivalente.” Esto “para dicha década indica una disminución media del 13% del caudal de los ríos de las provincias de Mendoza y San Juan”

La sequía en estas provincias cordilleranas se traduce en nevadas insuficientes en la cordillera, eso causa que los ríos traigan cada vez menor caudal ya que el derretimiento de los glaciares no da abasto para suplir la escases de nieve. El gran problema será cuando ya no queden glaciares (descubiertos y cubiertos o de roca). En ese momento el caudal de los ríos solo dependerá de la cantidad de nieve que caiga en invierno en la cordillera. Cuando no caiga nieve, el río se secará.

Esa es la verdadera razón de la importancia de cumplir la ley de protección de glaciares, que dicho sea de paso, aún no se cumple. ¿Por qué no se cumple? Porque el gobierno de San Juan, a través del Secretario Nacional de Minería Alberto Hensel, está contagiando al gobierno nacional, para adoptar la megaminería como política de estado en la República Argentina.

Ya contagió al Ministro Nacional de Ambiente Juan Cabandié, y para colmo de males el Presidente Alberto Fernández no se ha puesto ninguna vacuna para prevenir la estupidez.

Entérese presidente Fernández, que en San Juan, mientras les restringen el agua a los agricultores por la extraordinaria crisis hídrica, los malos gobernantes le quieren conceder un caudal de agua de 100 millones de litros por día (el equivalente a 30 piletas olímpicas por día), al Proyecto Megaminero Josemaría del insensible Grupo Canadiense Lundin.

El gobernador de San Juan, Sergio Mauricio Uñac, al igual que su predecesor José Luis Gioja, conocían ese informe del IANIGLA, y aun así promocionaron la actividad minera sobre glaciares y áreas periglaciales, generando con sus exploraciones y explotaciones un deterioro mayor al producido por el cambio climático. Estos malos gobernantes, a la par de Raúl Alejandro Jalil en Catamarca, saben los riesgos que corre la sociedad jachallera y la sociedad andalgalense, pero, como en el caso del Titanic, decidieron aumentar la velocidad hacia un modelo destructivo megaminero que terminará destruyendo el vientre de donde surge la vida en estos oasis cordilleranos. Destruirán el nacimiento del agua, y con ello también el futuro de Jáchal y Andalgalá.